La enseñanza fue parte del estilo de vida de Mozart y se tiene reportes de que para él no era algo fuera de lo común ofrecer orientación e instrucción mientras jugaba al billar en alguna bolera.
La instrucción vocal e instrumental no era tratada como un fenómeno aislado pero en conjunción con la formación teórica y de composición, y como Mozart escribió en una carta dirigida a su madre el 7 de Febrero de 1778, "Soy un compositor y les dejo lecciones de piano a personas que no saben hacer otra cosa que no sea tocar el piano". Mozart tuvo a un considerable número de estudiantes de piano durante su estadía en Mannheim, pero la mayoría de sus actividades didácticas se vieron confinadas a sus últimas décadas de vida. "Ahora tengo tres pupilos", le escribió a su padre en Enero de 1782, "con los cuales gano dieciocho ducados por mes".
En el verano de 1785, un joven compositor inglés con el nombre de Thomas Attwood acudió a Mozart para recibir su formación. Attwood había ido al continente con un estipendio del Príncipe de Gales quien había sido fascinado por las habilidades de Attwood en el clavecín. Después de pasar dos años en Naples, Attwood hizo su camino hacia Vienna y extendió sus estudios con Mozart durante casi dos años más. Attwood rápidamente logró ser parte del círculo de amigos cercanos de Mozart y fue esencialmente considerado como un joven colega en vez de su estudiante. Sin embargo, Mozart lo llevó de nuevo a los ejercicios básicos y mucha de su relación alumno/maestro es detallada en dos de sus sobrevivientes cuadernos de notas. Mozart comenzó su formación con ejercicios en dos partes en contrapunto de especies basado en el famoso tratado de Johann Joseph Fux. Estos ejercicios se extendían incluso más de 100 páginas y tal devoción con el contrapunto estricto tuvo una profunda influencia sobre el maestro y el estudiante.
Samuel Wesley una vez enfatizó, "El señor Thomas Attwood, quién estudió en Alemania bajo la tutela de Mozart me contó una vez, hace muchos años, una anécdota de él que frecuentemente me viene a la memoria. Siendo él naturalmente ansioso por lograr rápidos progresos estando con semejante maestro y genio, apresuradamente le señaló a Mozart, "Señor, estoy extremadamente deseoso de crear una increíble fuga con lo que me ha enseñado" - a lo que Mozart le respondió, "No lleves tanta prisa-estudia contrapunto puro por al menos doce meses, entonces será el momento para hablar de fugas."
En su regreso a Londres en 1787, Attwood tuvo un nombramiento como músico de cámara por el Príncipe de Gales, y en 1796 fue nombrado organista de la Catedral de San Pablo. Como era de esperarse, en las composiciones de Attwood se observa claramente la influencia de su maestro pero sin la genialidad que sólo Mozart tenía.
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