Muchos músicos seguramente han pasado por la experiencia de estancarse en un concierto, sonata o cualquier otra obra solista que es parte del repertorio general de su instrumento. Obras que no necesariamente tienen que ser extremadamente difíciles pero que de igual manera nos causan muchas molestias a la hora de ejecutar.
En esta ocasión me ha sucedido algo muy curioso con el concierto para violín solista en Sol menor de Max Bruch, una obra icono del compositor alemán y que es parte fundamental del repertorio violinístico para el enriquecimiento de la técnica e interpretación del solista. Hace aproximadamente año y medio se me fue asignado montar este concierto por mi profesor de violín de aquel entonces, para ese momento mi nivel como ejecutante estaba muy por debajo de semejante repertorio y por lo tanto yo veía como imposible tocar ese concierto aunque no podía evitar sentir una gran emoción.
Como era de esperarse, por mi bajo nivel técnico, se me hizo muy difícil poder tocar incluso los pasajes más sencillos pues los motivos, dinámicas y la musicalidad en general solo me daban más preocupaciones de las que hacerme cargo, mi técnica mejoraba muy lentamente pero al cabo de un par de semanas mi profesor no pudo seguir atendiéndome debido a que es un tallerista de orquesta bastante solicitado y fue convocado hacer unos talleres en otros estados del país, eso sumado ya a sus otras ocupaciones como músico hizo imposible que tuviese tiempo para darme clases de manera constante y por lo tanto empecé a descuidar el estudio del concierto, claro, si no tenía a nadie que me dijera qué estaba bien y qué estaba mal pues simplemente me desmotivé.
Al pasar varios meses me enteré de unas audiciones para ingresar a la universidad UCLA de Barquisimeto para estudiar violín y casualmente uno de los requisitos que exigían era el concierto de Max Bruch. Yo, que para ese entonces (2016) ya me había decidido por completo a dedicar mi vida a la música, recobré mi motivación y mis ganas de estudiar para poder ingresar a esta universidad que tanto prestigio tiene, lamentablemente mi motivación se empezó a ver un poco apagada pues yo seguía sin un profesor fijo, sin embargo otros músicos de nivel muy superior al mío me hicieron el favor de ayudarme con consejos y métodos de estudio para que lograra al menos tocar el 1er movimiento de forma algo decente, por así decirlo, para luego, con los nervios al máximo, el miedo abrazándome y el suspenso de la audición atreverme a tocar lo mejor que pudiera. El jurado decidió que toqué de manera aceptable y reconocieron que hice un gran esfuerzo al montar ese movimiento del concierto para la audición sin haber recibido clases constantes con un profesor de violín y me aceptaron en la universidad para estudiar Violín, ¡no pude haber estado más feliz!. Ese concierto que tantos dolores de cabeza me había dado hizo que entrara a la universidad, comencé a tener un profesor de violín fijo, asignado por la universidad, vería clases del instrumento semanalmente y los demás días vería materias teóricas como armonía y contrapunto. El profesor de la universidad me cambió el concierto de Bruch por un Mozart (que yo nunca había visto) pues lo consideraba indispensable antes de seguir viendo más repertorio, ¡el semestre más feliz de mi vida!. ¡Al fin me había librado de Bruch!.
Al terminar el semestre ya había montado el concierto de Mozart pero lamentablemente mi profesor se tuvo que ir del país pues obtuvo una gran oportunidad laboral en el extranjero, siempre he tenido mala suerte cuando de tener un profesor fijo se trata, hay personas que tienen el mismo profesor durante años, pero yo, por otra parte, solo los tengo durante un par de meses. Empieza el nuevo semestre, con nuevo profesor de violín, nuevos retos, o al menos eso creía.
-"¿Cuál fue la última obra que viste con tu anterior profesor?"- fue la primera pregunta que me hicieron en el semestre, le respondí que lo último que vi era el concierto para violín No.3 de Mozart, yo estaba deseoso de ver un nuevo concierto pero para mi sorpresa me pide el Bruch.
-"Toca el Bruch, es indispensable que lo tengas en tu repertorio, sé que sólo has visto el primer movimiento y que tiene muchas imperfecciones, debemos pulirlo y montar el resto de movimientos."- Eso me dijo, la pesadilla volvió a mí.
Estudiando fuertemente para todas mis responsabilidades y confiando en que ya no vería ese concierto lo abandoné y prácticamente lo había olvidado, tuve que empezar desde cero a estudiarlo. Varias semanas compartiendo el estudio del concierto con la partita, los métodos, festivales, la orquesta, muchas responsabilidades acumuladas sin contar que ya yo odiaba de por sí el Bruch, lo había aburrido, las clases no eran productivas, al menos no con el Bruch, lo demás mostraba progreso y mejoría, incluso mejoré mi técnica, pero cuando tomo el violín para ejecutar el concierto de Bruch mis dedos se vuelven torpes, mis arcadas débiles y mal distribuídas y sin importar cuanto estudiase nunca suena bien, llegué a imaginar que ese era mi límite, ese concierto que no es más que la punta del Ice-berg para un violinista era mi tope, no podía tocarlo, me sentía muy decepcionado de mí mismo.
Por situaciones que han ocurrido en mi país, la universidad tuvo que entrar en paro para salvaguardar la integridad física de los estudiantes, escenarios de protestas son muy cercanos a nuestra casa de estudio y por tanto se suspendió clases para evitar riegos innecesarios. Debido a esta situación no pude seguir viendo clases con mi actual profesora pero al cabo de unas semanas tuve la suerte de encontrar quien me diera clases para adelantar trabajo y no perder el tiempo en mi casa, otro profesor de violín muy amigo de mi profesora actual de la universidad. Como es natural pidió escuchar mi concierto, él ya me había dado clases anteriormente, de hecho es el mismo que me mandó ese concierto hacía ya tanto tiempo y que al verme tocando de nuevo la misma obra y aún con imperfecciones me detuvo; yo pensé que me diría que estaba muy decepcionado de mí y que no merecía ver clases ¡Diablos! tantos pensamientos cruzaron por mi cabeza, sin embargo me dijo:
-Necesitas un descanso de este concierto, por eso no puedes montarlo, tu cerebro ya lo rechaza, el problema ya no está en tus manos, en tu arco, tu digitación, nada de eso, está en tu mente. Tu cabeza ya no quiere nada que ver con este concierto, es como un trauma psicológico, necesitas ver otra obra, despejarte, estudiar otro concierto y luego, cuando hayas madurado más musicalmente, cuando ya este concierto no represente un desafío tan grande, re-tómalo y domínalo, eso es lo que debes hacer."-
Al fin obtuve mi descanso de este concierto, en cierta forma me siento mal pues es por mí mismo que no he podido dominarlo, por dejar que mi mente lo viese como una amenaza, como un logro inalcanzable y ahora no me queda más que seguir estudiando, liberar mi mente de ese pensamiento absurdo y luego darle una ejecución magistral a esa obra.
Tener dificultades con alguna obra es algo normal, a veces sólo necesitamos un respiro, probar nuevos aires y relajarnos, no hay que dejar que el pensamiento de "no puedo" se apodere de nuestra mente. Yo me atrasé durante año y medio con una misma obra, pero la verdad no me arrepiento de ello, la experiencia de vida que he ganado es mucho más valiosa que las obras que pude haber estudiado en ese tiempo, ahora puedo instruir a mis pequeños estudiantes de violín para que no les suceda lo mismo en un futuro, Bruch me ha dado una experiencia incluso más allá de lo musical y por eso le estoy agradecido.
Por cierto, no se preocupen, cuando retome la obra me grabaré y les compartiré el vídeo acá.
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justo el bruch es uno de mis favoritos pero hay mucho que trabajar antes de poder disfrutarlo como es, te recomiendo la sonata 4 de haendel, sencilla y muy musical, sería interesante ayudarte con tu desarrollo violinístico por skype, estoy muy lejos para hacerlo en persona...
ResponderEliminarMuchas gracias por su consejo! De verdad lo aprecio y espero poder contactarme con usted en cuenta pueda resolver los problemas que tengo actualmente con mi internet!
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